Por Joseph S. Roucek
Jessie Bernard hizo notar recientemente que en las dos o tres últimas décadas, en los Estados Unidos, la sociología de la interacción había quedado relativamente postergada en comparación con la sociología cultural, en los Estados Unidos, ya que, sobre todo, la teoría sociológica del conflicto “permanece esencialmente en el mismo sitio en que la dejó Simmel”.
Por otra parte, subraya el hecho de que los comunistas han cultivado bastante este terreno, y sugiere que el descuido relativo de la sociología del conflicto puede deberse a las siguientes razones: las explicaciones culturales de los fenómenos sociológicos son más fáciles sobre nuestras propias personalidades, que las basadas en la interacción; los sociólogos han deseado a toda costa evitar la identificación con el marxismo o el socialismo; hay un temor muy difundido de que si se estudia el conflicto, se le agrave, se le provoque o se le apruebe; las poderosas organizaciones de lucha no desean que se desarrolle una ciencia del conflicto; no queremos enfrentarnos al hecho de la existencia de determinados conflictos y, finalmente, la dificultad para conseguir datos adecuados es muy grande.
Podemos ir más adelante y hacer notar que no solamente se ha descuidado la sociología del conflicto, sino que uno de sus aspectos más importantes, de significación contemporánea, el de la sociología de la violencia y el terror, apenas si ha sido tratado. El descuido es más evidente cuando notamos que la forma más extrema de este aspecto, la guerra, que siempre ha sido compañera nuestra en los últimos años y su empleo, se han extendido más durante los años que han seguido a la segunda guerra, si se considera la situación actual del mundo en una escala total. Además, el empleo de medios violentos en los procesos sociales, aparte de las medidas clásicas de guerra, se ha intensificado también, con la aplicación de numerosas medidas violentas en todos los sectores de la vida nacional e internacional, como queda comprobado por el estudio científico del valor y técnica de la violencia, hecho por los nazis y los comunistas, y por su aplicación en la vida social que, en otros aspectos podría considerarse “normal”, a través de los jurados de los que critican el régimen o de quienes pueden ser enemigos potenciales de las democracias del pueblo, o de su influencia en todas las formas modernas de la vida social en los Estados totalitarios. El uso extenso de las quintas columnas, los partisanos y las guerrillas es solamente otra manifestación moderna de estos fenómenos en los que el papel de la violencia y el terror es de suprema importancia, ya que constituyen un aspecto indispensable para el éxito de su funcionamiento.