Jacqueline Clarac de Briceño

Jacqueline Clarac de Briceño

Nació en la isla de Guadalupe, Las Antillas francesas, en 1932 (Marie Henriette Jacqueline Clarac). Falleció el 17 de octubre de 2023. Llegó a Venezuela a la edad de cinco años, estudió arte en Valencia, ciudad donde estuvo residenciada desde su llegada a Venezuela; luego cursó la licenciatura en Antropología en la Universidad Central de Venezuela, egresando en 1967. Culminó el Doctorado en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales en París el año 1979.

En 1967 concursó e ingresó como personal docente y de investigación en la Universidad Central de Venezuela. Unos años después pidió su traslado a la Universidad de los Andes, donde se residenció en compañía de su esposo el Dr. José Manuel Briceño Guerrero. En dicha universidad inauguró los estudios sobre la salud y la enfermedad con mirada antropológica en el Departamento de Ciencias de la Conducta de la Facultad de Medicina, luego solicitó su traslado a la Facultad de Humanidades y Educación al Departamento de Antropología y Sociología de la Escuela de Historia, donde permaneció hasta su jubilación.

Su obra está plasmada en numerosos artículos y algo más de 30 libros, de los cuales, 12 ha sido como autora principal, compiladora y editora, y 4 textos infantiles con perspectiva etnológica y etnohistórica (todos con reediciones).  Suma más de 80 trabajos para revistas científicas venezolanas y extranjeras. De su obra puede citarse: La cultura campesina en los Andes venezolanos (1976/ 2014), Dioses en Exilio. Representaciones y Prácticas Simbólicas en la Cordillera de Mérida (1981/ 2003 / 2017), La persistencia de los dioses. Etnología Cronológica de los Andes Venezolanos (1985), La enfermedad como lenguaje en Venezuela (1992 / 1996 / 2009), Historia, Cultura y Alienación en Época de Cambio y Turbulencia Social en Venezuela 2002-2003 (2004), El “Lenguaje al Revés” (Aproximación Antropológica y Etnopsiquiátrica al Tema) (2005). En su afán por hacer conocer la historia propia ha escrito textos para niños lo que la hizo merecer los reconocimientos del Premio Libro de Oro (1988) y el Premio Internacional UNESCO al mejor libro en español (1995), el Premio Nacional De Humanidades, y el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Experimental Francisco de Miranda.

Profesora Titular, emeritus, del Departamento de Antropología y Sociología de la Escuela de Historia de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Los Andes (Venezuela). Actualmente lidera la Red de Antropologías del Sur, fundada en 2016.

La doctora Jacqueline Clarac de Briceño, es y ha sido una Maestra no sólo para aquellas personas que han sido sus alumnos sino para otros que, como es mi caso, sus recomendaciones fueron lecciones fructíferas. De ella aprendí a tener paciencia y a conciliar si queríamos abrir espacios para la antropología en el interior del país, particularmente en la Universidad del Zulia. Ella tenía la experiencia del Museo Arqueológico “Gonzalo Rincón Gutiérrez” que es, desde sus inicios (en 1986), un centro promotor de investigaciones arqueológicas y antropológicas y de exposición de sus resultados, además de un lugar para el encuentro con la memoria histórica y cultural de esa parte del occidente venezolano.

Ha estado siempre consciente de la  necesidad de formación académica de las generaciones más jóvenes que serán a la larga la generación de relevo por eso se dio a la tarea de diseñar y crear programas a través de los cuales cumplir esa tarea, espacios para la investigación, el Centro de Investigaciones Etnológicas (CIET) y el Grupo de Investigaciones Antropológicas y Lingüísticas (GRIAL), y los programas de postgrado: la Maestría en Etnología, mención Etnohistoria (fundada en 1997), y el Doctorado en Antropología (en 2007). En su labor de extensión hizo el diseño y creación del programa en Desarrollo Endógeno, Arqueología Comunitaria, en la Universidad Politécnica Territorial “Kléber Ramírez” de Mérida (UPTM). En el área divulgativa, fundó el Boletín Antropológico en 1982, e In-SUR-Gentes. Revista para las antropologías del Sur, en 2019.

Otras de sus lecciones están relacionadas con: su pasión por el conocimiento de la realidad venezolana, particularmente la merideña, la promoción entre las comunidades para que participen en el reconocimiento de su pasado, en la defensa de su patrimonio, producto de esa labor de extensión fueron la redefinición del Museo Antropológico “Julio César Salas”, donde logró la participación de las comunidades indígenas de Lagunillas y ahora lleva el nombre Museo Histórico Antropológico Indígena MucuJama (municipio Sucre, Mérida), igualmente el Museo Arqueológico (municipio Timotes) y el Parque Arqueológico del Anís (en el Municipio Sucre, Mérida). Y su compromiso con los pueblos amerindios acompañándolos en sus luchas, en un indigenismo activo: ha sido asesora de la Comisión Indígena y la Sub-comisión de Cultura de la Asamblea Nacional, y también asesoró a los indígenas de Lagunillas, Mérida, para su demarcación territorial desde 2000 hasta 2007.

La conocí en París, a finales de los años setenta del siglo pasado, cuando ella terminaba el Doctorado en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales y yo comenzaba el mío en la Universidad Paris 7, en un evento sobre religión, ella y Gustavo Martin tenían ponencias referidas a la temática sobre la cual yo trabajaba: el culto a María Lionza. Una vez finalizada la conferencia fuimos a un café cercano y seguimos conversando sobre nuestros proyectos de buscar espacios para la formación en antropología al interior del país y me repetía: “quien sino los antropólogos, nuestro trabajo les darán las herramientas sin imponernos, es lo que puede salvar a los pueblos indígenas de su extinción, hay que enseñarlos a organizarse y a demandar y exigir el cumplimiento de sus derechos”.

Después nos volvimos a encontrar en un plan más cercano y menos académico en casa de amigos comunes. A mi regreso a Venezuela me invitó a Mérida para que participara en el plan de formación de sus alumnos que ya eran personal en formación en el CIET. Y cuando le pedí asesoría porque los proyectos que habíamos presentado para abrir espacios para la antropología en LUZ pasaban a dormir el sueño de los justos, me respondió: “No desmaye, llénese de optimismo y siga insistiendo pero, por ahora olvídese del pregrado y apueste al postgrado”, y allí mismo en ese encuentro hicimos el primer esbozo del Programa de Maestría en Antropología de la Universidad del Zulia, Facultad Experimental de Ciencias, que hoy tiene 30 años. Posteriormente, hemos continuado aunando esfuerzos y en asociaciones estratégicas.

Nelly García Gavidia

Bibliografía revisada

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