Por Miren Gutiérrez
Aunque algunas deportistas profesionales están siendo celebradas en un mundo dominado por hombres, estos reconocimientos chocan continuamente con discursos que las sexualizan, las discriminan y las silencian. Estos son generalizados, duraderos, estratégicos y culturales. El sexismo y la misoginia siempre han existido en el deporte; lo que ha cambiado con las plataformas sociales es que la sexualización, discriminación y silenciamiento son ahora masivos, en tiempo real y muchas veces anónimos.
Por ejemplo, un estudio sobre la atención suscitada en Facebook y Twitter por la tenista Maria Sharapova durante el campeonato de tenis de Wimbledon ya revelaba en 2015 tres temas recurrentes en los comentarios: admiración por su belleza física o sexualización, el deseo de contacto físico o sexual amenazador, y la ridiculización o crítica emocional (Litchfield et al. 2016). Estos hallazgos demuestran cómo las redes sociales comenzaron a brindar un espacio para el abuso físico y sexual contra las atletas hace ya casi diez años.
Aunque el lenguaje sexista sea más comedido, también existe en los medios periodísticos. Un análisis de Nielsen Sports de 2018 decía que el volumen de cobertura televisiva de los deportes femeninos en toda Europa era tan solo de entre el 2% y el 12% en las horas pico; en cambio, para los Juegos Olímpicos de Tokio de 2020 esta cobertura se había multiplicado (Nielsen Sports 2021). El número récord de atletas femeninas que participaron y la atención que suscitaron podría haber sido parte de los factores que influyeron en esta progresión. Pero la desigualdad sobre cómo se hablaba de estas profesionales seguía siendo patente en su infantilización y sexualización observada en la cobertura mediática (Fox 2021). Si estos mensajes son habituales en los medios periodísticos, en las plataformas son mucho más intensos y frecuentes debido a la falta de control con que circulan y se difunden.
El llamado “caso Hermoso” ha vuelto a alarmar a quienes defienden la igualdad. La victoria de la selección española en la Copa Mundial Femenina de la FIFA de 2023 se vio ensombrecida por la conducta de Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, cuando besó a Jenni Hermoso, una de las jugadoras, sin consentimiento. A pesar de las críticas a su comportamiento y creciente exigencia de dimisión, Rubiales se negó a renunciar y se defendió en una arenga en el que exhibía todas las estrategias del discurso antifeminista. Acto seguido, se dispararon todo tipo de mensajes. En este artículo se definen y aclaran algunas de las claves que permiten interpretar y contextualizar los discursos machistas en línea y sus consecuencias en el deporte femenino.