Por Maya Aguiluz Ibargüen y Josetxo Beriain
Resumen:
Al final de la Etica protestante, Max Weber situó su metáfora escéptica relacionada con el hombre moderno: “especialistas sin espíritu y hedonistas sin corazón”, sin embargo, pensamos que en su conocida conferencia tardía para los estudiantes en Múnich, Ciencia como Vocación, situó al “virtuoso de la profesión” del capitalismo avanzado -representado por el empresario, el político y el artista- que sucede al virtuoso religioso de los orígenes del capitalismo. Según esto, el renacimiento de la “llamada” en un mundo secular no está representado por Dios sino por el daimon/demonio personal, dos caras (griega y judía) de la misma moneda representada en los tipos ambivalentes que emergen en los procesos de reencantamiento del mundo moderno analizado por Max Weber y Thomas Mann, entre otros, que en última instancia conforma una modernidad doble, progresiva así como regresiva.