Por Augusto Comte
Ediciones Libertador
Buenos Aires
2004
ISBN: 9875460613
127 PP.
Publicado en seis volúmenes en París entre 1830 y 1842, el Curso de filosofía positiva es la obra principal del filósofo francés Augusto Comte, iniciador y principal representante del positivismo. El propósito del Curso, que se compone de 57 lecciones, es exponer y examinar de forma sistemática todo el saber científico desde el punto de vista de la filosofía positiva.
Dentro de las dos primeras lecciones, y como paso previo, Comte enuncia su célebre “ley de los tres estados”, según la cual el desarrollo del pensamiento humano se realiza pasando por tres etapas sucesivas. El primero es el estado “teológico” (o ficticio), en que el espíritu investiga la naturaleza primera de las cosas, las esencias y las causas finales, y se representa los fenómenos como producidos por la acción directa y continua de agentes sobrenaturales, como dioses o seres mitológicos.
El segundo estado, llamado estado “metafísico” (o abstracto), no es más que una modificación del precedente, en cuanto que sustituye los agentes sobrenaturales de las cosas por fuerzas abstractas, por “abstracciones personificadas” concebidas como capaces de generar por sí solas los fenómenos (por ejemplo, la noción de fuerza en física). En este estado, “explicar” los fenómenos significa asignar a cada uno la entidad correspondiente.
El tercero y último es el estado “positivo”, en que el espíritu humano renuncia a investigar el origen y el fin de las cosas, así como al estudio de las causas, y, combinando experiencias y razonamientos, se limita a fijar las leyes efectivas de los fenómenos, esto es, sus relaciones invariables de sucesión y similitud; explicar los fenómenos significa sólo establecer un vínculo entre los diversos fenómenos particulares y algunos hechos generales. El progreso de la ciencia intenta ir disminuyendo, cada vez más, el número de tales hechos generales.
El carácter fundamental de la filosofía positiva consiste, pues, en considerar que los fenómenos están regidos por leyes invariables naturales; se prescinde de la cuestión de la causas juzgándola un problema inexistente. Para Comte, la finalidad de la ciencia es la previsión: “savoir pour prévoir” (saber para prever). En todas las ramas de lo que se puede saber, afirma Comte, la filosofía positiva ha podido derribar la mentalidad teológica y metafísica. Sólo la sociología (la “física social”), ciencia que todavía ha de constituirse, no ha llegado todavía al estado positivo, y éste es el gran cometido de la filosofía positiva. Una vez construida, la sociología cerrará todo el sistema de las ciencias.
Por esta razón, la exposición de las líneas fundamentales de esta futura sociología debe ir precedida de la exposición de las ciencias desde el punto de vista positivo, es decir, desde el doble punto de vista de los métodos y de sus principales resultados. A esta exposición dedica Comte la mayor parte de las restantes lecciones del Curso de filosofía positiva. Las ciencias se clasifican en un orden natural de generalidad y sencillez decreciente, que históricamente corresponde también a las diversas épocas en que alcanzan su completo desarrollo: matemáticas, astronomía, física, química, biología y finalmente sociología, coronación de todo el sistema.
En la sociología Comte compendia, en efecto, la filosofía de la historia, de la cultura, la gnoseología y hasta la religión. Todo el saber está privado de sentido si no es referido al hombre: pero, como para Marx, para Comte el hombre no es el individuo aislado (objeto de la psicología), sino el hombre en cuanto sociedad (“espíritu objetivo”, como hubiera dicho Hegel). Pese a la tradicional contraposición que se ha establecido entre el positivismo y el idealismo, hay que señalar que el objetivismo que hay en la base de la filosofía de Comte no es el realismo dogmático prekantiano, sino un objetivismo que, al menos en este aspecto, desarrolla de manera original las conquistas de Hegel y de su escuela.
La sociología de Augusto Comte es todavía incierta en el Curso de filosofía positiva, y se limita a la dinámica social. Comte proyecta una historia de la sociedad humana desde el punto de vista de la ley de los tres estados: la historia de la sociedad humana es la liberación progresiva del mito de la trascendencia y de la organización jurídico-estatal fundada en el dominio, para llegar a un culto de la humanidad en que los hombres se gobernarán sobre la base de la igualdad.
La política del Curso es todavía preferentemente intelectualista; en sus obras posteriores, Sistema de política positiva y Catecismo positivista, acabarán prevaleciendo los elementos sentimentales, y la visión crítica del problema de una sociología filosófica se oscurecerá en una dogmática utopista. Es por ello que el Curso de filosofía positiva constituye no sólo la principal obra de Comte, sino también el texto más sólido y más profundo del positivismo filosófico.