Por Beatriz Urribarrí de la Torre
Resumen:
El propósito de este artículo es relacionar la ética y la salud positiva. La ética como la virtud van de la mano, no hay una sin la otra. Pero cuando se corresponde con la salud, toma otra dimensión, más difícil, complicada. En la segunda mitad del siglo XX, la discusión sobre la ética y la moral referidas a la salud se hicieron en función de los trasfondos de la medicina experimental y en las nuevas concepciones tecnológicas. Las discusiones a través de la historia al respecto fueron tan variadas y sui generis que ameritaron discusiones y enfrentamientos de los científicos de uno y otro bando. En realidad, no es tan lejos de referir como Aristóteles, Hipócrates y destacados eruditos como Kant, se refirieron a la moral y la ética con tanta pasión. Porque los dos términos generan pasión en la disertación de su contenido, tan confuso de diferenciar y tan común de referir. Por lo tanto, se decidió abordar esta temática a partir de la teoría de la salutogénesis de Aarón Antonovsky y de los activos de salud, los cuales, a través de la promoción de la salud, convierten el habitus, en una actividad tangible como la reseña Bourdieu. Y por lo tanto, reconocer y comprobar el sentido de comprensibilidad, manejabilidad y significatividad en el ámbito de la salud positiva, relacionándola con la ética y los valores morales inmersos a través del artículo Carter, Cribb y Allegrante “Cómo pensar la ética en Promoción de la Salud”.