World Health Organization
El Informe mundial sobre malaria de este año examina el alcance de los daños causados por la pandemia de COVID-19 en la respuesta contra la malaria en el mundo, y expone lo que se necesita para retomar el rumbo y acelerar los progresos en la lucha contra una de nuestras enfermedades más antiguas y mortales.
Se estima que en 2020 se produjeron 14 millones de casos y 47.000 muertes de malaria más que en 2019, debido a los trastornos sufridos por los servicios de salud durante la pandemia. Sin embargo, este aumento podría haber sido mucho peor si no fuera por los esfuerzos por mantener los servicios por parte de los países donde la malaria es endémica.
Incluso antes de la pandemia, el progreso mundial contra la malaria se estaba estabilizando y los países con una alta carga de la enfermedad estaban perdiendo terreno. Desde 2015, la línea de base de la estrategia mundial contra la malaria de la OMS, 24 países han registrado aumentos en la mortalidad por malaria. En el 2020 no se alcanzaron los objetivos críticos previstos para este año por la estrategia mundial contra la malaria de la OMS y, sin una acción inmediata y dramática, tampoco se cumplirán las metas para el 2030.
Para enfatizar aún más la necesidad de una acción urgente, este informe también incluye nuevas y aleccionadoras estimaciones del número de víctimas de la malaria en los niños menores de 5 años en el África subsahariana, donde la gran mayoría de las muertes por malaria ocurren cada año. Usando mejores datos y una metodología más precisa, se estima que la enfermedad ha cobrado muchas más vidas jóvenes en las últimas dos décadas de lo que se informó anteriormente.
La situación actual es especialmente precaria. Sin una acción acelerada, corremos el riesgo de ver un resurgimiento inmediato de la enfermedad, especialmente en África. Como se indica en el informe, esto se debe a una convergencia de amenazas – desde los brotes de COVID-19 y Ébola hasta las inundaciones y otras emergencias humanitarias- que han provocado alteraciones en los servicios de malaria en varios países africanos con alta carga. El surgimiento de la resistencia a los medicamentos antimaláricos en África Oriental también es una preocupación considerable.
A pesar de los desafíos provocados por la COVID-19, también hemos visto tendencias positivas este año. En 2021, la OMS certificó como libres de malaria a dos países, China y El Salvador-, y otros 25 países de todo el mundo están en vías de acabar con la transmisión de la malaria para el 2025.
Este año también pasará a la historia como el año en el que la OMS recomendó el uso generalizado de la primera vacuna contra la malaria. Si introducida de forma generalizada y urgente, la vacuna RTS,S podría salvar la vida de decenas de miles de niños cada año.
Aun así, seguimos necesitando nuevas herramientas para acabar con la malaria, y una mayor inversión en investigación y desarrollo. También necesitamos utilizar la financiación con la que contamos actualmente de forma más eficiente, al tiempo que movilizamos urgentemente recursos adicionales para cubrir el déficit actual. Los aproximadamente 3.300 millones de dólares gastados en la lucha contra la malaria en 2020 tendrán que triplicarse con creces en los próximos 10 años para aplicar con éxito nuestra estrategia mundial.
La malaria ha afligido a la humanidad durante milenios. Ahora tenemos las herramientas y la estrategia para salvar muchas vidas y, con nuevas herramientas, empezar a soñar con un mundo libre de malaria.