Por Thomas Humphrey Marshall
La invitación a dictar estas conferencias me ha proporcionado un placer tanto personal como profesional. No obstante, mientras que mi respuesta personal fue agradecer sincera y modestamente un honor que no tenía ningún derecho a esperar, mi reacción profesional no ha sido en absoluto modesta. La sociología, me parece, tiene perfecto derecho a reivindicar su participación en esta conmemoración anual de Alfred Marshall, y consideré una señal de gracia que una universidad que todavía no ha aceptado la sociología estuviese, sin embargo, dispuesta a darle la bienvenida en calidad de visitante. Pudiera ser —y este pensamiento resulta insidioso— que la sociología estuviese a prueba aquí en mi persona. Si así fuera, estoy seguro de que puedo confiar en que ustedes sean escrupulosamente justos en su valoración y consideren cualquier mérito que puedan encontrar en mis conferencias un testimonio del valor académico de la disciplina a la que me dedico, y traten, por contra, todo aquello que les parezca baladí, tópico o erróneo como algo propio de mí pero no de mis colegas.