Cuando se habla del nuevo cine latinoamericano se piensa en la producción fílmica realizada en Argentina, Brasil, Cuba o México, y cuando se habla de las mujeres en el cine latinoamericano generalmente asoman los nombres de Sonia Braga, actriz argentina, Laura Esquivel, escritora-guionista mejicana entre otras. Venezuela, en el área cinematográfica se evoca, generalmente desde la narrativa fílmica de la marginalidad y la delincuencia de los últimos años o desde la perspectiva masculina de la realidad venezolana.
Por contraste, para asombro de muchos y orgullo de los pocos escogidos, la producción fílmica realizada en Venezuela por mujeres cineastas es abundante, sistemática y de una calidad bien cimentada. Sin embargo, como lo señala Karem Achwartzman, “Las cineastas venezolanas nunca se han visto a si mismas, específicamente, como mujeres haciendo películas, ni se aplicaron en hacer películas acerca de las mujeres”.
Las mujeres cineastas en Venezuela no sólo han creado escuela y estilos cinematográficos propios, sino que han sido pioneras en la difusión y promoción del séptimo arte en nuestro país y en un significativo replanteamiento en la representación de la mujer, como ser humano, en el cine venezolano. Cuando nos aproximamos al estudio de la mujer en el cine venezolano, surgen diferentes perspectivas de abordaje: la reseña, todavía en proceso, sobre las cineastas y sus obras más representativas; el análisis fílmico de la figura de la mujer, como personaje, dentro de la producción fílmica realizada por cineastas venezolanos, sin distingos de género; o precisar, con mayor detenimiento, sobre la validez del discurso femenino, el descubrimiento de la mirada femenina, oculta o manifiesta, que se trasluce en la producción fílmica realizada por mujeres, nos invita a reflexionar brevemente sobre la cineasta escritora que usa la cámara como medio de expresión y cuenta sus propias historias a través del celuloide. Esta reseña permitirá delimitar la temática más recurrente en este tipo de narrativa.