Por Daniela Ortiz Araya
Presentación:
Uno de los aspectos más interesantes del análisis fílmico y cinematográfico es cómo a medida que uno se va introduciendo en cada parte que conforma un film, va descubriendo nuevos mundos llenos de elementos significativos, tanto por su forma como por su contenido. Cada elemento de una película comienza a descubrirse como todo un sistema de códigos que a su vez forma parte de otro sistema, y así sucesivamente, hasta dar como resultado la totalidad de una película.
Algunos detalles pueden ser mínimos, y en el momento en que se está disfrutando de la historia que ofrece el film, muy imperceptibles. Pero en la mayoría de los casos, aquellos elementos no están ahí al azar, sino que cumplen una función determinada; sobre todo cuando se habla del cine de autor, en donde detrás de toda obra hay un hombre que cuida con extremo cada uno de los detalles que compondrán su película, y busca imprimirle a cada movimiento, plano, angulación, música o silencio, un sentido no arbitrario, sino con cierto sentido dentro de lo que es para él, el lenguaje cinematográfico y sobre todo de lo que es para él el fenómeno del cine como director.
De esta manera, es posible que en algunas historias se hallen pequeños detalles del lenguaje cinematográfico que pasan desapercibidos, por la atención que capturan en primer plano sus actores, la música o la palabra; pero esos detalles son muy importantes, y son los que permiten identificar en el cine de autor, a ese hombre que está detrás de cada uno de los filmes que llegan a la pantalla. Estos detalles pueden estar representados en los tipos de planos que se utilizan, en la mirada predominante de un personaje a lo largo del film, en silencios inesperados, entre muchas otras cosas más. Y eso es precisamente lo que se busca identificar en este trabajo, acerca de dos grandes directores que han evolucionado el lenguaje cinematográfico del cine, con estilos muy personales, y que han dejado grandes huellas para la historia del cine, como lo son Alfred Hitchcock y Michelangelo Antonioni.
Cada uno de estos directores pertenece a un movimiento de gran importancia en la historia del cine, e incluso se pueden ver como pilares fundamentales en la transformación desde un cine clásico cuyo cánones de representación estaban en su mayoría regidos por las grandes industrias del cine, predominantes en el mundo cinematográfico hasta mediados de los años 50; hasta el auge de un nueva forma de cine, más libre y espontánea que surge en los 60. Alfred Hitchcock, un autor representativo del cine clásico, no dudó en innovarlo y modificarlo según sus necesidades estilísticas, acercándose con sus técnicas y su pasión por el movimiento de la cámara y el montaje, a un cine más moderno; desvinculándose progresivamente con sus propuestas de las reglas estándares que venía trayendo consigo el cine de la época, sin dejar nunca de lado la figura tan importante del espectador dentro del fenómeno cinematográfico. Antonioni por su parte, proveniente del neorrealismo italiano, fue un director que rompió con la narrativa clásica establecida en cuanto al lenguaje cinematográfico, y abrió un nuevo camino para un cine moderno, más personal, en donde la enunciación del autor se hacía más evidente en las películas, se alejó del espectador convencional y buscó atraer nuevos públicos hacia el nacimiento de una nueva forma de cine. Así, Hitchcock fue conocido como un cine de autor para las masas, y Antonioni sólo para pequeñas elites, para un público reducido capaz de someterse a nuevos lenguajes propios de la angustia contemporánea.
Con este trabajo se quiere no sólo hablar de estos dos grandes directores del cine y sus estilos personales en el lenguaje cinematográfico, sino que también se quiere encontrar en dos de sus filmes, La ventana indiscreta de Hitchcock y Blow up de Antonioni, la representación de su forma de pensar acerca del cine como medio de comunicación audiovisual. Se busca identificar en cada una de las películas, un estilo personal de ver el cine, y que no sólo está representado por la forma y la técnica con al cual se construyen sus historias; sino que en sus personajes, en su narrativa, se esconde algo más allá de lo aparente, un vestigio personal de la visión que cada uno tiene de la imagen, de la construcción de un relato, del espectador y sobre todo de su posición como directores en cada una de sus películas.