Edgardo Lander nació en Caracas el año 1942. Su padre fue uno de los miembros fundadores del partido Acción Democrática en Venezuela y formó parte del breve gobierno de Rómulo Gallegos. Tras el golpe de Estado de 1948, estuvo encarcelado durante casi un año y luego de su liberación, con la familia se fue al exilio y así vivieron primero en México por un tiempo, casi tres años; luego en Montreal por un par de años: después en Boston; más tarde en San Juan de Puerto Rico y en Costa Rica. De modo que Edgardo pasó su infancia y primera adolescencia sucesivamente en México, Canadá, Estados Unidos y Costa Rica.
Regresaron a Venezuela en 1958, después del derrocamiento del dictador militar Marcos Pérez Jiménez, y ya él tenía 15 años. Su padre se convirtió en el director del Banco Obrero de Venezuela durante la presidencia de Rómulo Betancourt. Edgardo se involucró en el sector juvenil del partido Acción Democrática, durante algún tiempo y participó en el movimiento estudiantil del Liceo “Andrés Bello”, una institución pública, como dice, increíblemente buena para ese entonces. A principios de los 60 AD se dividió; originándose el movimiento de izquierda revolucionaria MIR, como consecuencia de las políticas más represivas llevadas a cabo por el gobierno adeco. Entonces, él se retiró de ese partido y dejó de participar en política por un tiempo.
Se dedicó a estudiar: entró en 1960 a la Universidad Central de Venezuela para cursar Psicología durante un año y luego fue a Física por otro año. Por esa época su padre, que tenía una maestría en Planificación urbana, había terminado trabajando -fue del grupo fundador- en el CENDES de la UCV. Allí estuvo su amigo el sociólogo peruano Julio Cotler y Edgardo escuchó con interés sus conversaciones. Finalmente, en 1962 fue a Sociología porque decidió terminar esa carrera y al mismo tiempo, hacer Psicología por las noches; así que era un estudiante de tiempo completo. Egresó como Sociólogo en 1966 y ya estaba claro que no quería trabajar en el área de Psicología, sino que ya le interesaba la Sociología.
Edgardo fue a la Universidad de Harvard 1966 y permaneció hasta1970. Fue una experiencia extraordinariamente rica; como dice, “no tanto por los profesores, sino por el ambiente político-intelectual que vivíamos en esa época. Es fue el momento de final de la década de 1960: mayo del ‘68, Berkeley y toda la protesta contra la guerra…”. Allí realizó la maestría e hizo todos los cursos de doctorado y se desempeñó como asistente docente de Gino Germani como parte de los mecanismos que tenían para ahí pagar sus estudios y seguía sus seminarios sobre problemas de desarrollo y modernidad; aunque no estaba de acuerdo con su teoría.
En 1970 regresó a Venezuela como candidato a doctor (entregó la tesis posteriormente, en 1977) y se convirtió en profesor de la Escuela de Sociología en la Universidad Central de Venezuela. Allí se estaba en la fase final de lo que fue el proceso de renovación universitaria -el movimiento se desarrolló en 1968/1969 fundamentalmente-. Cuando llegó, las consecuencias de los cambios que estaban ocurriendo en la Universidad fueron respondidas por el gobierno con una reforma universitaria que acotaba un poco la autonomía universitaria y limitaba los mecanismos democratizantes que se habían establecido en el proceso de renovación. Limitaba un poco los mecanismos de cogobierno; pues hubo escuelas –como la de Sociología- donde funcionó un cogobierno paritario; allí el consejo de escuela, por ejemplo, tenía mitad de representantes de los profesores y mitad de representantes estudiantiles.
En la escuela de Sociología comenzó a dar clases de Metodología; aunque con un sentido mucho más amplio que técnicas de investigación, con un programa que era una cosa muy interesante porque era un año completo de trabajo con estudiantes en el que formaban sus proyectos de investigación, recogían información. Dice Edgardo al respecto: “Y tuvimos una experiencia muy, muy rica, porque durante un tiempo más o menos largo lo que se hacía era… El año escolar coincidía con el año calendario, de manera que había un primer semestre de enero a junio, más o menos. Había vacaciones en julio-agosto y un segundo semestre entre septiembre y diciembre. Lo que hacíamos era diseñar el proyecto de investigación en el primer semestre, hacer la investigación de campo durante vacaciones y análisis y conclusiones en el segundo semestre. Inclusive, hacíamos viajes a comunidades del interior del país. Nos instalábamos durante un tiempo con un grupo de estudiantes en sectores de barrio, sectores sindicales. Y experiencias con la propia gente que estaba en procesos de toma de terrenos, en procesos organizativos, la toma ilegal de la electricidad en comunidades que se estaban formando… O sea, era una investigación que tenía que ver con esos asuntos, fundamentalmente”. Ahí estaba el tema de la marginalidad.
En ese tiempo con un grupo de profesores de la Escuela de Sociología había empezado un proyecto de investigación sobre marginalidad, que obtuvo el financiamiento del CONICYT. En octubre de 1970 el gobierno intervino la UCV y ocupó militarmente sus instalaciones. Duró casi diez meses cerrada; pero el el equipo siguió trabajando fuera de la universidad y ya que no tenía clases, Edgardo fue a Boston hacer indagación en la biblioteca sobre el tema de la marginalidad -todo el debate- para alimentar el proyecto. Los colegas lo convencieron de que aprovechara ese esfuerzo intelectual para armar su tesis doctoral; entonces fue sistematizando lo que ya tenía (que no lo inventó en ese momento, sino que fue el resultado de sus reflexiones).
La perspectiva era básicamente una mirada marxista del tema; viendo fundamentalmente la articulación de lo marginal como mecanismo de transferencia de valor que, de alguna manera, alimentaba el proceso de acumulación; con la noción de que había un sometimiento a la lógica de acumulación y un punto de un mecanismo de la subsunción formal del trabajo en sus diferentes formas. Hicieron una investigación empírica muy interesante; una de las cosas que investigaron fue el tema de los límites entre la economía formal e informal y las formas de inserción en el mercado de trabajo. Concluyendo que “en realidad, la experiencia personal de la gente era de una fluidez permanente, o sea que no existía tal cosa como una especie de sector aislado, marginalizado. Era una cosa absolutamente fluida, que iba y venía y en el interior de las relaciones familiares había uno que estaba en una condición laboral y otros que estaban en otra”. Por lo tanto el tema de la marginalidad, lo fueron completando con los asuntos de la conciencia, de la autoidentificación de los diferentes sectores. Fue una reflexión que duró como tres años y terminó con una colección grande de volúmenes, que no se publicó. Edgardo redactó un trabajo que tituló “Desarrollo heterogéneo desigual y lucha de clases”.
Hubo un tema que siempre obsesionó a Edgardo, el de la tecnología; porque, en sus propias palabras: “…a mí, esa noción naturalizadora de la tecnología siempre me pareció una aberración. Tanto desde el punto de vista marxista –el desarrollo de las fuerzas productivas–, como la visión lineal liberal del progreso y la tecnología más avanzada… A mí todo ese cuento siempre me pareció muy sospechoso. Desde que recuerdo, eso no me cuadraba”. Entonces, ese fue el asunto que ocupó su atención desde el principio de los años ochenta. Lo primero que abordó fue el enfoque marxista; como está recogido en el texto que tituló “Introducción a la crítica del marxismo realmente existente: verdad, ciencia y tecnología”. Es una crítica a las nociones, también a la concepción de verdad, a la concepción de ciencia, a la concepción de tecnología que habían sido hegemónicas dentro de esa corriente; explorando sus contradicciones y tensiones.
Para él, en el propio Marx hay dos epistemologías muy diferentes en torno al papel de la ciencia y la tecnología: a) una concepción absolutamente naturalizadora, lineal, liberal del desarrollo de las fuerzas productivas; basada en la idea de que el capitalismo cumple su función histórica desarrollando las fuerzas productivas y b) otra visión en la que concibe a la tecnología como una estructura de poder que corresponde al ejercicio de la dominación. Y esas dos cosas están ahí, y no terminan de resolverse.
Después que terminó el texto sobre marxismo, siguió trabajando sobre el tema de ciencia, tecnología, verdad con una mirada política del asunto y redactó otro texto con el título “Ciencia y tecnología como asunto político”, que es un intento de mirada desde diferentes lugares de cómo no son simplemente el desarrollo del conocimiento universal, sino que son relaciones de poder y asuntos políticos. Tiene que ver con cuestiones de esa naturaleza y “…con los límites de la democracia en la sociedad tecnológica. O sea, cómo, en realidad, si la sociedad está ordenada con criterios de verdad científica y de modelo tecnológico, ya una buena parte de las decisiones están tomadas y a la democracia le queda como poco margen”.
En 1995, con una beca Fulbright, estuvo de año sabático a la New School of Social Research, en Nueva York. En una condición en la cual le daban acceso a la biblioteca y asistía a los seminarios, pero sin compromiso alguno. Entonces, ahí inició una tarea que no había tenido oportunidad de cumplir antes: indagar acerca de la producción de conocimiento en otros lugares, puesto que desde Venezuela era imposible hacerlo. En esa época desde nuestro país era muy difícil saber qué es lo que se estaba trabajando, por ejemplo, en la India o en África. Así se topó con el tema de estudios post-coloniales.
Esa estancia le permitió a Edgardo un primer contacto con el asunto de los estudios subalternos; que no descubrió ahí, sino que en Caracas carecía de las herramientas para abordarlo y se dedicó ese año a investigar. Desde ahí ya se orientó hacia trabajar expresamente este tema: el eurocentrismo, el colonialismo. La idea era volver a estudiar América Latina y seguir el debate intelectual en América Latina desde la mirada de los estudios subalternos y desde la mirada de los debates africanos, etc.
Con mucha sintonía con Aníbal, con quien siempre tuvo no sólo mucha amistad sino mucha sintonía intelectual, que venía funcionando desde hacía unos años con un grupo al que Edgardo se conectó por él. Se realizó en Caracas una reunión con Wallerstein -preparativa del Congreso Mundial de Sociología- donde expuso las ideas contenidas en su libro “Abrir las Ciencias Sociales”. Con él organizó diez seminariosregionales en diferentes partes del mundo paraun diálogo desde la experiencia de cada una con los temas planteados. Y se hicieron reuniones en el mundo árabe, en elÁfrica subsahariana, en el sur de Asia, en el Sudeste asiático… Fuerondiez reuniones y salieron unos libros muy interesantes.
Entonces, se llegó al acuerdo con Wallerstein para que UNESCO financiara un panel en el contexto del Congreso de ISA sobre el tema este del eurocentrismo. Con ese apoyo, Edgardo quedó como responsable de contactar a la gente y entró en contacto con Quijano y otros que no conocía en ese momento, como Walter Mignolo, Enrique Dussel, Santiago Castro Gómez, Arturo Escobar y Fernando Coronil, entre otros. Luego de dos años, terminó saliendo el libro “La colonialidad del Saber”; en sus palabras, “un texto muy homogéneo, de búsqueda común, no simplemente una colección de artículos metidos bajo una misma carátula”.
Para Edgardo Lander, el Eurocentrismo no es tanto una cuestión de la influencia; es un problema epistemológico; pues se refiere al lugar o la posición desde dónde se construye el conocimiento; cómo un modelo que se produce desde el centro y desde un sujeto privilegiado… Esta construcción del sujeto universal, del conocimiento objetivo que, en realidad, oculta el hecho de que ese sujeto no es universal sino que tiene un contexto histórico concreto y es de carne y hueso. Es un sujeto que es europeo, que es blanco, que es masculino, que es de clase alta, que es heterosexual, o sea, un sujeto.
“No hay conocimiento sin sujeto y lo que hace esta construcción universal; es meter el sujeto bajo la mesa y hacerlo desaparecer. Y, así, habla en nombre del conocimiento universal cuando, en realidad, es un sujeto, un sujeto histórico, concreto. Entonces, esa idea de la construcción de un tipo de conocimiento. Y cómo eso sigue reproduciéndose, porque si ese es el sujeto, cuando los otros sujetos conocen, conocen como ese sujeto, porque asumen ese lugar de mirada”.
Edgardo se desempeñó como director de la Escuela de Sociología entre 1983 a 1985. Ha organizado varios eventos académicos nacionales y extranjeros. Ha estado como profesor invitado en universidades de varios países. Durante muchos años ha sido miembro del Consejo Editorial de la Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, de la UCV. Es miembro del grupo de investigación sobre Hegemonías y Emancipaciones del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) e investigador asociado del Transnational Institute.
Ha estado vinculado desde hace años a los movimientos sociales y a la izquierda en latinoamericana. Desde el inicio de su carrera docente ha participado no sólo de la política universitaria, sino de la lucha sindical –de trabajadores textiles, siderúrgicos, etc-. Estuvo en un grupo extrapartidos, que asumió diferentes nombres que tenían que ver, fundamentalmente, con las publicaciones que iban sacando. En un momento se llamó “Grupo Toma”, después, cuando publicaron la revista “Proceso Político”, para el debate de ideas, que circuló durante varios años, lo nombraron “Grupo Proceso”. Fue consultor de la comisión venezolana negociadora del Área de Libre Comercio de las Américas y uno de los organizadores del Foro Social Mundial 2006.
Sus más importantes publicaciones son:
- Contribución a la crítica del marxismo realmente existente: verdad, ciencia y tecnología (1990).
- Modernidad y Universalismo. Pensamiento crítico: un diálogo interregional (editor, 1991).
- Neoliberalismo, sociedad civil y democracia. Ensayos sobre América Latina y Venezuela (1995).
- La democracia en las ciencias sociales latinoamericanas contemporánea (1997).
- La colonialidad del saber: Eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas (compilador, 2000).
- Promesas en su laberinto: cambios y continuidades en los gobiernos progresistas de América Latina (Promesas: cambios y continuidades en los gobiernos progresistas de América latina) (et al, 2013).
- Crisis civilizatoria. Experiencias de los gobiernos progresistas y debates en la izquierda latinoamericana (2020).
Les dejamos a mano las separatas de Espacio Abierto:
Versión elaborada a partir de las respuestas de Edgardo Lander a las entrevistas contenidas en:
- TRINDADE, H. Uma longa viagem pela América Latina. CLACSO, 2021.
- JAY, Paul La realidad se afirma: Venezuela. The Real News Network, 2014.