Los primeros principios

Los primeros principios

Por Herbert Spencer
Biblioteca Virtual Universal
2003
291 PP.

Entre los varios pensadores que más o menos poderosamente llaman hoy la atención del mundo sabio, figura indudablemente en primera línea Sir Herbert Spencer, cuya obra capital -que así puede con propiedad ser llamada, puesto que es la cabeza y resumen de su gran tratado de Filosofía-, nos hemos atrevido a traducir a nuestra «rica habla castellana»; aunque íntimamente persuadidos de que ha de parecer pobre la traducción a cuantos la leyeren, tanto por ser de un mero aficionado y no de un asiduo cultivador de esta clase de estudios, cuanto por la comparación con los tomos anteriores de esta Biblioteca, traducidos por personas tan competentes en todos conceptos.

Pero, si es aplicable en algún caso la conocida máxima «el fin justifica los medios», no dudamos nos será aplicada por los lectores benévolos, al saber el fin principal de este nuestro trabajo, que no es sino contribuir, en la medida de nuestras débiles fuerzas, a la cultura intelectual de nuestra muy amada patria; pues sin aceptar ni rechazar en todas sus partes la Filosofía de Spencer como ninguna, otra determinada, creemos contiene ideas muy juiciosas y aceptables; siendo como una especie de nuevo eclecticismo entro las exageraciones ateas y materialistas de Comte y Buchner, y las panteístas e idealistas puras de algunas escuelas alemanas.

A decir verdad, no creíamos nuestra tarea tan difícil, pues aunque habíamos leído la obra de Spencer hace ya algunos años, no es lo mismo leer para sí que para el público, ni decimos esto para disculpar las faltas de la traducción; pero es indudable que a pesar de la mayor facilidad, en general, de traducir las obras científicas que las literarias, los Primeros Principios son una excepción a esa regla general; pues buscando el autor, con una erudición asombrosa por lo vasta y profunda, la aplicación de sus Principios, o los hechos para inducirlos, en cuantas esferas son o pueden ser objetos de la actividad o de la receptividad humanas, en cuantas formas o determinaciones relativas y cognoscibles se nos manifiesta la Realidad absoluta e incognoscible, necesitaríase una omnisciencia superior a la de Spencer para interpretarlo fielmente, pues al fin él ha elegido sus ejemplos o los hechos que expone y el traductor no tiene esa libertad; ha de exponer forzosamente aquellos hechos, ya escogidos, y en otro idioma, a veces incompatible o contradictorio con los hechos expuestos, como sucede, por ejemplo, cuando el autor estudia la desinonimización, tan adelantada en inglés y tan atrasada en nuestra lengua, en que hay algunas veces cinco o seis palabras para expresar la misma idea. En suma, imposibilitados por muchos conceptos de atender con igual intensidad al fondo y a la forma de este nuestro primer ensayo, hemos procurado, y quizá no siempre conseguido, interpretar aquél todo lo fielmente posible, dejando el cuidar de las galas retóricas para otra edición, si acaso se hiciere y estuviéremos encargados de dirigirla.

Si hemos o no conseguido nuestro objeto, al público toca decidirlo, y desde ahora anticipamos las gracias a cuantos críticos nos indiquen pública o privadamente los defectos de que adolezca nuestro trabajo, siempre que sigan el precepto latino parcere personis dicere de vittis, o mejor dicho, siempre que la crítica no tenga otro móvil que el amor a los tres ideales de nuestro ser -lo verdadero, lo bueno y lo bello, a los cuales, y muy especialmente s su armónica combinación, cuando es posible rendimos fervorosísimo culto; aunque estamos seguros que no siempre nuestras palabras, ni aun a veces nuestras ideas, serán fieles intérpretes de nuestros sentimientos y deseos.

Este es el punto de reunión para los miembros de la Asociación Venezolana de Sociología. Nuestro principal interés es proporcionar información a los sociólogos venezolanos, ya sea que formen parte de la AVS o no.
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