Reporte LACSO – El retraimiento y el deseo de mudarse por temor a la violencia

Reporte LACSO – El retraimiento y el deseo de mudarse por temor a la violencia

Por Roberto Briceño-León y Alberto Camardiel

Introducción:

El temor a ser víctima del crimen causa daños antes de concretarse la lesión física en las personas. Las amenazas específicas o difusas de violencia crean una expectativa de su ocurrencia que convierten el miedo en un sentimiento poderoso que causa daño a la población sin herirla.

El miedo es un sentimiento que puede tener orígenes muy diversos en las sociedades y el esfuerzo por construir confianza y reducir el miedo a unos límites que puedan ser manejados como un riesgo controlado, forman parte del gran esfuerzo de la civilización. Sin embargo, los miedos persisten por la incertidumbre propia de la vida humana y de la existencia sobre la tierra (Ferrro,1995). Unos miedos pueden vincularse a circunstancias de la sociedad, otros provienen de la naturaleza de la cual formamos parte. La ocurrencia de una catástrofe natural, un terremoto en una ciudad, una sequía en el campo o la pandemia del Covid-19, que cambió de una forma inaudita la cotidianidad. Hay otros que son la combinación de un evento de la naturaleza que afecta una creación social, como ocurrió con la planta nuclear en Fukushima; todos se originan en nuestra fragilidad humana ante la naturaleza que nos alberga.

Pero hay otros miedos que derivan de las acciones humanas, como son las guerras entre clanes, etnias o naciones, o las violencias propiciadas por las luchas por el acceso a los recursos naturales -como las tierras-, o humanos, como sería la fuerza de trabajo. La acción depredadora del otro, sea cercano o lejano, siempre ha infundido el temor de las personas y comunidades. Nuestra propia condición humana hace que el miedo nos acompañe desde la primera infancia, pues el niño es incapaz de protegerse sólo y debe pasar muchos años bajo el amparo de sus padres, quienes lo deben alimentar y cuidar hasta que tenga fuerza y destreza suficiente para defenderse por sí solo (Nussbaum, 2018).

Para reducir el riesgo y atenuar el miedo las sociedades han buscado construir certezas a partir de acuerdos que hagan previsible la vida social y puedan generar confianza. Pero las amenazas no desaparecen, pues la competencia por los recursos y el poder se mantiene en las sociedades. A pesar de ello, las sociedades que permiten desarrollar una institucionalidad poderosa, que establecen reglas del juego claras y consiguen que las personas entiendan que cumplir las normas y los pactos es beneficioso permiten reducir la violencia y canalizan la competencia hacia el uso de otros medios distintos de la fuerza (Briceño-León, 2007; 2011; Briceño-León & Camardiel, 2019).

Cuando en la sociedad se pierde el control sobre las amenazas violentas y se propaga en las personas el temor de ser víctima, se producen dos tipos de comportamientos: el retraimiento y la huida. Con la primera, las personas se inhiben de realizar algunas actividades, ir a algunos lugares o hacerlo en ciertas horas que estiman riesgosas, o también de expresar algunas opiniones que intuyen pueden exponerlos a la victimización. Con la segunda, buscan el escape de una situación de peligro que se observa en el presente o se avizora como cierta en el futuro. El retraimiento es una respuesta puntual, la huida es una respuesta amplia y que pretende ser sostenible.

Aunque las más de las veces el daño que produce el temor a ser víctima ha sido interpretado como un trauma de tipo psicológico, y eso sin lugar a duda ocurre y ha sido investigado, existe también un daño social. El retraimiento y la huida son en sí mismos daños sociales, pues tienen consecuencias en las condiciones materiales y en la libertad de las personas. Por el miedo a ser víctima las personas se retraen en su actividad laboral y deben dejar sus trabajos o reducen su jornada y en consecuencia sus ingresos. Restringen también los lugares o las horas de diversión, con lo cual pierden el placer del esparcimiento y los dueños y empleados de los locales los ingresos económicos que han podido obtener. Por temor a ser víctima las personas también han debido abandonar sus tierras de cultivo, sus empleos o negocios y sus hogares; ésa es la historia de los millones de desplazados que hay en el mundo, quienes por temor a la violencia han sentido necesidad de mudarse de sus casas, de la ciudad donde viven o de su propio país. Eso fue lo que ocurrió en Colombia con las guerrillas y los paramilitares, lo que se vivió en la sierra del Perú con la crueldad de Sendero Luminoso y lo que se ha estado presenciando en Venezuela por el auge de la violencia y la destrucción de la economía productiva.

Los desplazados por la violencia pueden adquirir la forma de migrantes internos o emigrantes externos. En algunos casos se mudan de vecindario en la misma ciudad después de una reyerta o de haber presenciado y sido testigos de un evento que no han debido observar. Otras veces se cambian de ciudad huyendo de una amenaza específica y personal; y en otras se van del país, por una amenaza difusa, que no es personal, pero que sienten que puede tocarles en algún momento. La masiva huida de miles de pobladores de Apure desde la población de la Victoria en Venezuela hacia la ciudad de Arauquita en Colombia, ubicada en el otro lado del río Arauca que marca la frontera entre los dos países, sintetiza ese drama de los desplazados por la violencia. Las familias venezolanas huyeron de su vecindario, ciudad y país para escapar de los ataques que recibía el grupo guerrillero colombiano asentado en esas tierras o de las represalias de las unidades del ejército venezolano.

De una manera menos espectacular y como resultado de una violencia más cotidiana o difusa, muchos otros venezolanos han salido del país, unos por avión y con visas, otros caminando e ilegales. No es posible saber en cuántos de los más de cinco millones de emigrantes que han salido del país, el temor a ser víctima de la violencia ha sido un factor determinante o coadyuvante de la difícil decisión.

Este estudio pretende mostrar la asociación que existe entre el temor a ser víctima, expresado en el retraimiento y la huida, y la necesidad de mudarse de la casa, la ciudad o el país. Se busca identificar la prevalencia del temor en los desplazamientos internos y externos de la población.

Sociologo, Doctor en Ciencias. Profesor titular de sociología la Universidad de Central de Venezuela y Profesor de la Universidade Federal do Ceará, Brasil. Director del Laboratorio de Ciencias Sociales, LACSO, y del Observatorio Venezolano de Violencia,OVV. Ha sido profesor e investigador de la Universidad Sorbona-nueva, Paris 3, Francia; de la Universidad de Oxford, Inglaterra; de la Autónoma de México y del Woodrow Wilson International Center for Scholars, Washington DC. Tiene más de 200 artículos y 26 libros, entre ellos, los más receintes: La Modernidad Mestiza. Estudios de Sociologia Venezolana (Barcelona, Alfa, 2018); Los nuevos rostros de la Violencia (Barcelona, Alfa, 2019). ORCID: 0000-0002-8882-7787.
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